Por: Guillero Gatti
“…Moro num país tropical, abençoado por Deus,
E bonito por natureza, mas que beleza…”
Los brasileños suelen decir que Dios es Brasileño. Esto se debe a un sentimiento de fé como asi también al asombro por tanta belleza junta dentro de un territorio que ofrece tamaña diversidad en todos los aspectos.
Rio de janeiro es a mi juicio, uno de esos lugares donde la belleza natural excede los límites y su gente (los cariocas como se los denomina) aportan la pimienta necesaria para que un lugar se torne especial.
Rio de Janeiro, históricamente, fue la cuna del Imperio, Capital del mismo, conservando ese rango hasta que se construyó Brasilia.
Rio es la tierra del Samba, del carnaval, y de la “Garota de Ipanema”.
Rio fue la mimada de Vinicius de Moraes quien le regalara su poesía hasta su muerte.
Rio es disfrutar de un delicioso “Coco gelado” en la Praia de Copacabana, de un atardecer en la Bahia de Guanabara, o experimentar la piel de gallina admirando al Cristo redentor en el Corcovado.
Río es lo religioso y lo pagano conviviendo en armonía, la diversidad al servicio de los sentidos y una experiencia inigualable para quienes la visitan.
Es la segunda ciudad más poblada de Brasil, con el mayor tráfico internacional de turismo y el primer destino turístico de América Latina.
El mundo la conoce a través de sus iconos: El Corcovado con su Cristo Redentor (una de las siete maravillas del mundo moderno, el Pan de Açucar, las playas de Copacabana e Ipanema, El Estadio Maracana, El Parque Nacional de Tijucas (Mayor bosque urbano del mundo), La Isla de Paqueta y su maravilloso Carnaval.
Pero Río de Janeiro es más que eso si el visitante se atreve a cruzar la frontera permitiéndose interactuar culturalmente, sin miedos ni prejuicios. Sigue leyendo →
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