CAMBORIÚ – COMO LA VEO YO

CAMBORIÚ ES ASÍ

Por Guillermo Gatti

Te lo prometí y las promesas se deben cumplir. Te voy a contar todo sobre la temporada veraniega en Balneario Camboriú, un sitio lleno de sorpresas localizado en el sur de Brasil, elegido por muchos argentinos desde la década del 80. Como hay mucho para contar, dividiré el material en varios capítulos que los podrás leer en el blog haciendo clic en la categoría Cuentos y Relatos.

Balneario Camboriú es una localidad situada en el Estado de Santa Catarina al sur de Brasil y a unos 1860 Km. aproximadamente de la Ciudad de Buenos Aires. Desde la década del 80 forma parte de uno de los circuitos turísticos elegido por turistas latinoamericanos, en especial argentinos que, a pesar de los avatares financieros, continúan fieles visitándolo anualmente en la temporada estival. Si uno de los principios esenciales de la vida es su constante mutación, Balneario Camboriú no es la excepción a la regla.

El conocido balneario no hace otra cosa que mutar año a año convirtiéndose en una verdadera caja de sorpresas atrapante que nos obliga a retornar. Los que tuvimos la suerte de vivir en Camboriú sabemos, que a la distancia, esa tierra maravillosa nos provoca muchas saudades y nos causa un enorme placer cuando cruzamos el túnel del Morro do Boi y aparece la imagen de una ciudad que no para de crecer y de sorprendernos dándonos la sensación de vivirla como la primera vez.

Alguien dijo una vez que Balneario Camboriú tiene magia y esa magia hace que uno sienta la constante necesidad de regresar. Del punto de vista profesional puedo afirmar que Balneario Camboriú es uno de los circuitos turísticos de mayor impacto. Algo así como un torbellino de situaciones y sensaciones que hacen que uno se pregunte más de una vez –“Que hago yo aquí?… Pero hay una verdad que prevalece: Balneario Camboriú no es para cualquiera y para subsistir hay que ponerle el corazón a full.

Como guía de turismo con unos cuantos kilómetros de ruta y apelando a la curiosidad y la observación, no puedo negar que en este lugar pasan cosas que en otros lugares no pasa y por esto se torna un sitio tan singular que nos coloca constantemente en medio de sentimientos encontrados, opuestos, ambiguos. Seguramente los guías mas nuevitos no entiendan esto, posiblemente algunos guías no tan nuevitos tampoco.

Indudablemente este no comprender este relacionado con nuestra postura personal acerca de nuestra identidad como guías de turismo, ahora bien, independientemente de los intereses personales, lo que no hay duda alguna es que hay un antes y un después cuando uno llega a Camboriú.

Las cosas han cambiado, eso es verdad, desde la década del 80 a la actualidad mucha agua paso debajo del puente. Cambio el concepto de turismo, cambio el turista y su forma de hacer turismo, cambiaron los operadores turísticos, cambiamos nosotros como guías, cambio la realidad política y financiera de los países, cambiaron los servicios turísticos, infelizmente para peor, cambio el concepto de ética y claro, cambiaron los códigos.

Lo sorprendente es, que a pesar de los cambios, Balneario Camboriú permaneció en el tiempo poniéndole el pecho a tantas mudanzas y pese a todo, continua formando parte de nuestras historias personales.

Camboriú es así, un lugar donde todo pasa y todo queda…historias generando historias, una ciudad fronteriza sin fronteras donde se entremezclan los hábitos culturales.

El ingenioso portuñol , el típico pingado en el tradicional Cafezinho de la Avenida Brasil, la torrada de frango cuando la noche dice basta y los noctámbulos también dicen basta, las caminatas por la playa a la mañana temprano, la tradicional geladinha, las milanesas con papas fritas del restaurante del “Cordobes”, los rumores, los amores y los desamores, el ir y volver todas las semanas trayendo y llevando turistas, los travestis de la Avenida de los Estados, las caminatas nocturnas por la Avenida Atlántica donde muchos terminan perdiéndose en los morros del Pontal Norte.

La Isla de las Cabras donde las cabras nunca existieron, la caipirinha de la Avenida Central, el loquito de los cuernos y su megáfono, el barco pirata, los piratas que han perdido su barco pero no las mañas. La diversidad a pleno evidenciando los contrastes y la maravillosa locura deambulando por las angostas calles de una aldea donde caprichosamente se le han pintado grandes y lujosos edificios como una columna vertebral de una ciudad erecta.

Esa es la Camboriú que consigo ver… por eso para mí, Camboriú es así

Próximo capitulo: Los turistas en Balneario Camboriú